La Sixtina de Badajoz

Llegar a Fuente del Arco por casualidad es casi imposible, no está de camino a ninguna parte en especial pero hay que ir a Fuente del Arco. Hay que planear una visita porque no se viene de vacío y la experiencia es tan grata que merece la pena el viaje.

Los que conocen  Fuente del Arco seguramente lo hagan  por la romería de la Virgen del Ara que se celebra el último fin de semana de Mayo. Cuenta la tradición que un rayo entró por una ventana de la ermita un día de tormenta en el que algunos lugareños se habían refugiado en ella y prometieron sacarla en procesión si no les pasaba nada.

La ermita.

Esta es una de las cosas (porque tiene varias) que hacen especial este pueblo. Tuve la suerte de llegar a la ermita un día en el que el sacerdote José Rubio, nativo de Fuente del Arco, se encontraba allí realizando una convivencia de tres pueblos en los que él es sacerdote: La Lapa, Alconera y Atalaya orgulloso del patrimonio de su pueblo. El sitio donde se celebra la romería no podía ser más apropiado  ni más bello un caluroso día de Mayo. A la sombra de un árbol gigantesco charlé con él de la ermita, de la convivencia, de lo joven que él es, de lo cercano que parece con sus vaqueros, su barba de tres días, su juventud, su camiseta de deporte……si, todo menos sacerdote. Y es que no estamos acostumbrados a ver a un sacerdote tan joven, tan preparado y tan cercano a su gente.

De repente, en medio de la conversación me pregunta: “pero, ¿has visto la Ermita por dentro? “  . Le contesté que no, que estaba cerrada. Al segundo siguiente le estaba pidiendo la llave a su padre y abriendo las enormes y restauradas puertas de esta pequeña iglesia situada en lo alto de una sierra, donde nadie pasa por casualidad.  Cuando José me invitó a entrar no pude articular más que un sonido gutural de asombro y emoción. Me emocioné de ver lo que había allí dentro. ¿Cómo es posible que tengamos algo tan increíble en Extremadura? No daba crédito a lo que veía: las pinturas desde el techo hasta el suelo por todas las paredes, no había un sólo trozo de pared que no estuviera pintado con unos frescos que hacen que a este lugar, a esta ermita le llamen “la Capilla Sixtina de Extremadura”. Y no me extraña. Qué joya, tanto por dentro como por fuera.

El sacerdote José  ( el joven José ) me dio una charla sobre arte e historia y me contó cómo tardaron más de 10 años en restaurarla porque alguien había pintado de cal encima y algunos devotos escribieron con lápiz “ virgencita, cuida y protege a mi familia “ , también me contó que tanto como me había impactado a mí, lo había hecho incluso con la mal famosa  “ columna de los ocho mil” que ni siquiera la tocaron, habiendo expoliado todo lo que encontraron a su paso, la ermita y sus frescos les impresionó tanto que la respetaron.

María Feliz y su hermana, dos feligresas de Alcaonera, además de invitarme a comer, me contaron muchas cosas de su pueblo, de la finca que una de ellas tiene y en cuyos terrenos se encuentran cuevas del Pleistoceno que, hace tiempo, la junta, a través de un grupo de arqueólogos, estuvo excavando y estudiando hasta que, de repente, se marcharon sin una explicación llevándose los pocos instrumentos y objetos que encontraron en las excavaciones si más.
Me fui de allí con la sensación de que queda mucho por descubrir en nuestra tierra y de que no somos conscientes del valor que entierra.

Llegué de nuevo al pueblo donde se esperaba con impaciencia la salida de la romería del rayo, en cuyo 50  aniversario habían decidido vestir y sacar unas carrozas para celebrarlo. Y también, como celebración, el hijo del último “calero” del pueblo, había decidido que  quería volver a ver una calera encendida antes de morir y que lo haría este año, para lo cual construyó y encendió una calera a las 4 de la mañana. Con la cal resultante y el dinero que saquen por venderla, destinará a la conservación de la Ermita. Qué suerte hemos tenido de nacer y vivir en una época que nos facilita el trabajo a todos, por mucha crisis que haya ahora.

La salida de las carrozas se hizo esperar algunas horas pero la gente seguía en las calles, paradas en una esquina, haciendo tiempo en uno de los pocos bares del pueblo o sentadas en el umbral de la puerta de su casa y de repente, unos cohetes en el cielo azul de la tarde, nos anunció a todos que ya estaban en marcha. No eran muchas pero bastaba ver la ilusión y alegría de la gente que iba en ellas, o caminando al lado para darse cuenta de que lo que vale es la voluntad, las ganas de hacer las cosas bien, de celebrar la vida, de disfrutar con amigos y familia, de dejar de ser por un día las personas que somos para vestirnos de campesinos del siglo pasado  o, simplemente, ponerse una cinta en la cadera y disfrutar de un precioso día de campo.

Todos nuestros pueblos tienen una Historia, personas que hacen que esos pueblos sean especiales, que te cuentan, encantados, su procedencia, sus anécdotas, sus leyendas y te abren los brazos  para hacerte sentir que tú también eres parte de esas gentes.
Conocemos los pueblos de nuestra provincia, la mayor parte de las veces, por sus nombres, por una romería (como en este caso) por algún evento…. Fuente del Arco, además, está llena de artistas, de escritores, de músicos, de actores y fotógrafos anónimos que hacen que el nombre de su pueblo siga sonando en muchos ámbitos.

Los domingos son días para descansar pero alguno al mes tendríamos que ser capaces de levantarnos con la intención de visitar alguno de los pueblos de nuestra provincia, tan desconocida para algunos. Nos sentiríamos mucho más orgullosos de pertenecer a esta tierra de lo que ya lo estamos.

Gracias a todos los habitantes de Fuente del Arco que me trataron tan bien el sábado 29 de Mayo y gracias a Marta Murillo por pasarme las fotos   y la información sobre la calera.
Un abrazo a todos ellos.

Podéis ver las fotos en la Galería de Fotos de Campitur.